jueves, 4 de marzo de 2010

5:27 AM

Esta noche me resisto a morir.




(Oh! - The Breeders)

lunes, 28 de septiembre de 2009


Estoy a oscuras.
He caído de una altura no menor a los 300 metros. Una bofetada crea tres volteretas hasta la página 56. Llevo mi vida atrapada entre el olor a humedad y arena.
Participé con negros lienzos en un laberinto. Bebí agua turbia del pecho amortajado de la luna. Llevo tres nombres y soy la hija del ermitaño. A veces cargo una espada. Medio muerta camino y veo a la gente deambular. Alguna vez fui escrita, pero el tiempo me dejó abandonada, malherida. Desde entonces sigo el ejemplo de Ulises y navego entre odiseas y tinta china. Veo al sol reverenciar la muerte y me arrodillo ante el mar.

En ocasiones soy un buen personaje. Por lo general, una mala novela.
Me llamo Viola Van Corpse, dedico mi vida a buscar y escondida vuelvo a la página dos.

jueves, 3 de septiembre de 2009

Editorial


La imagen de una estúpida criatura de dios, mirando como cae una babosa gota desde una llave un tanto oxidada puede provocar muchas cosas: asco, extrañeza, pena e incluso una desgastada ternura.
A mí me provoca una angustiosa repulsión y deseos de ir al baño a descargar mis frustraciones liquidas en un bello inodoro de labios mágicos. Nada más. Ni un sentimiento fingido impreso en letra cursiva adornaría esta estúpida visión. Pero así como existen personajes que desearías no existieran, porque, la futilidad con que “viven” nos deja consternados, deseamos que otros lleguen para quedarse y aumentar nuestra riqueza creativa y experimental. Sin más rodeos se presentan nuestros personajes Azkrak Knox, Viola Van Corpse y Lucyth Poe. Ellos luchan por mantener los cinco dedos en sus respectivas manos y el cerebro en la cabeza, se sostienen en palabras que muchas veces son cojas y confían en conseguir una vida estrecha junto a sus traidores ideales, y creánme, eso no es tarea fácil.
Ningún melodrama de títere de cartón quejándose acerca de un enredo de cuerdas y faldas. Ninguna égloga fúnebre en el ánfora o una canción triste de un astronauta sobre una tumba marciana.
¿Habrá muertes? ¿Desnudos?¿Llantos bordados con hilos de insomnes carcajadas? Tal vez, quizás. Lo cierto es que la página de este nuevo diario comienza a levantarse con la misma fuerza con que un muerto rasga el cielo de su urna. Tenga cuidado, no es seguro fiarse de ellos.